SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

© 2017 La Carbonería

CARBONO 14. Casi 600 ciervos, uros y caballos

Sobre una de las repisas de mi habitación tengo una colección de caballos de porcelana. Adoptan cada uno diferentes posturas. Cuando escribo, cuando pienso sentada en el escritorio, están detrás de mí, en la repisa. Si me levanto de la silla y voy a coger un libro -en la misma estantería que los caballos – los veo, los observo y pienso en esos objetos y en por qué me gusta tenerlos, por qué quiero que estén a la vista. De alguna forma me ayudan a recordar que puedo tener cierto ímpetu creativo. Me parece que representan una parte de mi ser reprimida a la hora de realizar actividades más mundanas, y que cuando pretendo acometer acciones haciendo uso de una energía más verdadera -si algo así existe- me viene bien girar el cuello y ver que los caballos están ahí. Todos estáticos pero en posición de actividad, colocados hacia la misma dirección como si algo invisible los llamase a actuar.

¿Qué hemos pretendido los seres humanos representando a los animales? Y, ¿qué usos hemos dado a esas imágenes? Carl G. Jung dedica un capítulo de su obra El hombre y sus símbolos a dichas cuestiones, y nos dice que representamos animales desde la Era Glacial en paredes de cuevas que fueron descubiertas a finales del siglo XIX, que su presencia dotaba al lugar de un poso religioso, siendo imágenes a las que admirar y honrar. Nos explica que la imagen de un animal actuaba como doble del mismo, siendo utilizada como blanco de tiro y representados apareándose cuando se invocaba a una mejora de la fertilidad. Vestirse o enmascararse de animal, atribuye a los portadores cualidades arquetípicas –el jefe de una tribu viste de león. Pero sobre todo nos explica que los animales simbolizan nuestra naturaleza primitiva e instintiva, recordándonos además que esos símbolos importan, ya que nos ayudan a integrar en nuestras vidas su contenido psíquico: el instinto. Precisamente, mediante las fábulas, suelen criticarse vicios o costumbres de un lugar, pero también las características universales de la naturaleza humana mediante personajes que son animales.

Nuestras vidas no son como las de aquellos que vivieron hace más de 60.000 años, pero seguimos representando animales. ¿Qué significado les damos hoy a esas imágenes? Si no les atribuimos una función como la de practicar puntería, invocar prosperidad, si no nos vestimos como animales para señalar un estatus, ¿para qué lo hacemos? En el fondo, no estamos tan lejos de nuestro yo de hace miles de años. Cada vez que los describimos, los trazamos o los pintamos, pedimos por la perpetuidad de su existencia y forma de ser.

La misteriosa regularidad y bendita falta de memoria de los animales que cada año, seguían el mismo camino hacia una masacre segura eran para el hombre del Paleolítico algo tan milagroso como el desbordamiento del Nilo para los antiguos egipcios. En las paredes de la cueva de Lascaux se pueden leer fervientes súplicas para que ese orden del mundo durara eternamente.”

Zbigniew Herbert, Un bárbaro en el jardín.

 

MARÍA JOSÉ HASTA (Huesca, 1989) comisaria la segunda edición del proyecto Carbono 14, con el que La Carbonería invita a miradas externas a explorar los fondos de la galería y realizar una datación emocional de una selección de sus obras.

 

ARTISTAS DE LA EXPOSICIÓN:

Katia Acín

Carlos Álvarez

Raúl Fernández Calleja

Eugenio Ocaña

Albert Henry Payne

Carlos Ruano Llopis

Antonio Santos

Carlos Saura

Jorge Vicén

John Weber

Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. Más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar