Abrigo es un proyecto autobiográfico que Carla Nicolás desarrolla desde 2017 a partir de un periodo de gestación.

Es una reflexión desde la que situar una presencia surcada de ausencias, límites y contradicciones. Una reflexión que nace de los miedos y pone de manifiesto la complejidad para desempeñar la crianza  y la creación artística.

Abrigo se compone de grabados, objetos e instalaciones en cuya producción se utiliza la piel de ajo, unas veces como soporte otras para crear texturas y jugar con su forma o color. La asociación de este material al proyecto parte de su función protectora del bulbo paralela a la del vientre materno sobre el feto; pero el ajo también tiene una carga simbólica arraigada en tradiciones propias y ajenas: tiene el poder de encontrar las almas perdidas, protege contra el mal de ojo y es proveedor de buena suerte, es además símbolo de fertilidad.

En definitiva, Abrigo es el diario de abordo de una experiencia de maternaje en la que se pone voz a tantas mujeres que cometen la osadía de no ser sólo madres.

En 2019 la instalación 247 / autobiografía, que forma parte del proyecto, recibió el Premio de Arte Santa Isabel de Portugal de la Diputación de Zaragoza.